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  • Foto del escritorterralevisarqueologia@gmail.com

De cuando el mundo era como lo conocíamos. Carnestolendas 2020 (1).

Abrí los ojos antes de que sonase el despertador y sin levantarme de la cama repasé el plan del día. Habíamos dormido poco. Además de la visita nocturna con bloggers de toda España a la Mesa de Miranda, un rato de charla con unas Terra Levis había alargado la jornada. Es lo que pasa cuando juntas arqueólogos y amigos que llevas sin ver un tiempo.

Me vestí, por supuesto con mi camiseta de los conciertos, un café rápido y en marcha. Habría tiempo para desayunar cuando llegáramos a Solana. La jornada prometía, el hilo conductor era la prehistoria con la presentación de los resultados de las prospecciones arqueológicas que habíamos realizado el pasado verano. En torno a ello, talleres temáticos, actividades de recuperación etnográfica, la llamada del pasado, visitas guiadas, presentación del corto documental “Nos Quedamos”, concierto, mesas de trabajo, radio y por supuesto la Carnestolenda.

En el coche Vincen, Carlos, Luiscar y quien escribe el texto. Parada en la rotonda de los Cuatro Postes con saludo a la Guardia Civil incluido que nos retuvo unos cuantos minutos. Seguimos viaje previo pago por un cinturón de seguridad despistado.

Ya en Solana, me embargó una tremenda emoción. De de esas veces en las que te das cuenta de que las cosas funcionan. Este proyecto marcha. Todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. Al llegar a la zona del desayuno, te recibía el olor del café y la masa frita que con tanto cariño habían amasado Rafa y Asun para todos los asistentes. Allí estaban los de siempre –Dimas, Lute, Pili, Diego, Sergio, Ana, Tere, Alberto…-. Y unos cuantos más, nuevos asociados que con tremenda ilusión llevaban desde las 8:00 de la mañana trabajando para que todo estuviese listo a la hora acordada –Maribel o Carlota-.

En la calle los artesanos se afanaban en montar sus puestos a pesar de las rachas de viento y nuestros compañeros de Prehistoric SKills extendían sus materiales didácticos en torno al fuego ya encendido para iniciar los talleres que durarían toda la mañana. Por otro lado, Sabah, Juanjo, Iago, Antía, Esther y Carlos se habían asegurado de que el salón estuviese colocado, video y sonido probado…. El pueblo entero también estaba entregado a la causa. Juanjo, el alcalde, se movía de un lado a otro saludando y asegurándose de que aquello que dependía del ayuntamiento estaba en orden. Las voluntarias y concejales atendían las demandas de artesanos y organizadores… Puesto de cervezas, camisetas y chapas listo. La maquinaria estaba a pleno rendimiento.


Montado el mercado artesano y desayunados, empezó la acción. Las dulzainas de Abraham y compañeros marcaron el inicio de la fiesta. A continuación, pudimos ver la evolución de los trabajos de recuperación de los tradicionales paloteos de Solana que las vecinas están llevando a cabo. Mujeres de todas las edades participan de esta actividad que estará lista en toda su plenitud para la jornada de recuperación de las gorras tradicionales de Solana que se celebra en julio.


Al tiempo arrancaron los talleres de arqueología experimental. Pedro Cura y su compañera Jovana demostraban a los presentes, de forma práctica y real cómo se utilizaban herramientas de piedra como las que habíamos encontrado durante las prospecciones. Primero tallaban los cantos de cuarcita, cuarzo o sílex y después a destazar un marrano que se había colgado para la ocasión. Imaginaros la escena, las caras de sorpresa al ver con qué facilidad Pedro le sacaba pedazos de carne al cerdo ¡con un pequeño canto!. En un momento, el maestro se dio la vuelta y ofreció su herramienta a los allí presentes. Risas nerviosas, comentarios…, y por fin el primer valiente. Con cara desconfiada cogió el útil y empezó a tajar con sorprendente destreza. ¡Qué fácil! Todos sonreían al ver la sencillez con la que el cuchillo de piedra se deslizaba por la carne.


Probablemente fueron más de 150 personas las que practicaron la técnica cuyo premio siempre era el mismo, un pedazo de chicha que pinchaban en un espeto para llevarlo a la hoguera, asarlo y degustarlo –los más listos, con una Terra Levis-. Algunos niños curiosos o enamorados de la disciplina, no se separaron en toda la mañana de la zona de talleres. Recuerdo especialmente a David. Claro, llegaron comidos a la Carnestolenda. Además de las técnicas de talla y corte de carne, nos enseñaron el procesado y asado de otros alimentos como pescado en vuelto en hojas de berza y barro, arte paleolítico, caza, cerámica prehistórica… ¡Una auténtica experiencia!.


No muy lejos allí, en las antiguas escuelas, el alcalde hacía de cicerone durante la visita a la colección etnográfica que con tanto cariño han montado los paisanos de Solana con la colaboración y visto bueno del Museo Provincial de Ávila. El sitio está plagado de objetos, testigos de vida de las gentes de este pueblo. Juanjo nos contaba con orgullo y emoción la historia que hay detrás de muchos de ellos, y es que sí, detrás de cada elemento material había y hay vidas. La de aquellos que demasiadas veces los historiadores y arqueólogos no reflejan. Materiales que nos hablan de nuestros mayores que un día fueron niños, que iban a la escuela, a llevar el almuerzo a los segadores en cestos de mimbre maravillosamente conservados. Que fueron llamados a filas, que trabajaron y transformaron la tierra, la piedra, la madera. Que contaban historias y leyendas en torno al fuego, que se casaban, festejaban, bebían, comían, se divertían y también lloraban. En definitiva, los que le dan sentido a todo esto… Gracias Solana de Rioalmar, por esto y por tanto. (Continuará).

Nota: escribo esto durante el confinamiento. Si demoramos una semana más la celebración de las Carnestolendas es probable que se hubiesen tenido que suspender. Pero eso no es lo verdaderamente importante. Cada día nos llegan noticias, números de fallecidos…, ¡alarma! hasta que en un tono que pretende ser tranquilizador nos dan algunos datos tales como, la edad –mayor de 80 años-, patologías previas… ¿Y respiramos? No. Quien suscribe siente un profundo pesar al ver como nuestros mayores, sí, esos que le dan sentido a todo esto, se nos van con tantas cosas que contar, tan solos, sin la mano de un hijo, de una hermana, un nieto o una madre que les suavice el trance…, pero tranquilos, todo saldrá bien(?) .

Juanpa.

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